Los políticos
parecen competir para ver “quién la tiene más larga” en materia de “creación de
puestos de trabajo”. Unos dicen que los han creado y que por lo tanto sus
recetas son buenas y otros que los van a crear con recetas alternativas que,
mayoritariamente, han demostrado su insolvencia en la realidad.
Crear puestos de
trabajo -o socorrer al débil- eleva a los políticos a la categoría de
divinidad: recuérdese el “Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra”,
que “exalta al débil y hunde al poderoso”… Por eso les interesa construir un
imaginario en el que se acepte que son ellos quienes los crean. De nuevo la
manipulación.
Los puestos de
trabajo dignos de ese nombre los crean los empresarios. Y son dignos de ese
nombre los puestos en los que el valor producido es, demostradamente, superior
al coste, salarial y otros. Cuando eso no sucede y el balance entre valor y
coste es negativo, el supuesto trabajador es parásito de la sociedad, que le
paga más de lo que aporta. Muchos de los puestos que prometen crear los
políticos entran en esta categoría.
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