jueves, 13 de agosto de 2015

Pensamiento 20. A propósito de las pensiones, 1
Recientemente el señor Linde, gobernador del Banco de España, avisó que, a largo plazo, “el sistema público de las pensiones no va a garantizar en el futuro el nivel de pensión que esperan los españoles” e insistió en la necesidad del ahorro privado para completarlo.
Esta afirmación levantó polvaredas en las tertulias y en las redes sociales. Había en ellas una nota dominante de indignación, que se expresaba de diferentes maneras:
-      ¿Cómo es posible que una persona que ha estado cotizando muchos años se encuentre desamparada al llegar a la vejez?
-      ¿Cómo va a ahorrar y hacer un plan privado un joven que gana 900 euros o menos, si no le alcanza para vivir?
-      El señor Linde representa a los intereses de los bancos y nos quiere manipular por el jugoso negocio que suponen para ellos los planes de pensiones.
-      Lo que hay que hacer es una “política diferente” de “reparto de la riqueza generada por los trabajadores”.
-      Y si con el dinero del sistema de pensiones no alcanza, éstas tendrán que pagarse con cargo a los impuestos.
Hay situaciones que ponen en evidencia el grado de madurez del “pueblo soberano” y ésta es una de ellas.
Las sociedades primitivas se caracterizan por reaccionar emocionalmente ante los acontecimientos por los que se sienten sobrepasadas, recreándose en la expresión sobreactuada de sentimientos, sea de temor, de impotencia, de alegría, de rabia, de exaltación del grupo… Gastan en ello sus energías y apenas hacen nada razonable por resolver sus  problemas. La solución se la encomiendan a fuerzas superiores por las que esperan verse protegidos y con las que contactan a través del chamán y sus conjuros. Prefieren la ensoñación al enfrentamiento con la realidad.
Lo propio del pensamiento moderno por el contrario es una aproximación racional a los problemas: describirlos y cuantificarlos, analizar sus causas y consecuencias, buscar soluciones operativas, o al menos adaptarse a lo que no se puede cambiar. El individuo y/o el grupo asumen personalmente la responsabilidad de enfrentarse a la situación y no esperan que fuerzas o entes superiores la resuelvan.
En el caso que nos ocupa, el pensamiento primitivo prevalece sobre el racional. Encontramos:
1.   Negación y rechazo emocional de la realidad de que los recursos públicos son limitados y no alcanzan para todo: “¿Cómo no va a estar protegida en su vejez una persona que ha cotizado muchos años?”.
2.   Descalificación de quien nos pone delante una realidad que no nos gusta: “El señor Linde representa los intereses de los perversos banqueros, no los de la sociedad”.
3.   Desplazamiento del foco: de lo racional y objetivo a lo emocional: “¿Cómo va a ahorrar esa pobre gente que no tiene ni para vivir?”
4.   Apelación a una solución utópica e imprecisa: “política diferente” y “otro tipo de reparto de la riqueza”, sin ninguna concreción.
5.   Negación de la responsabilidad personal de prever la propia vejez y sustitución por la dependencia pasiva respecto al Estado protector. En el fondo, retorno al totalitarismo estatal.
6.   Prevalencia del pensamiento/acción mágico por encima del racional: en lugar de actuar racionalmente, se piensa que gritar con indignación en los medios o en internet va a resolver algo, como el chamán en sus conjuros.

En el próximo pensamiento, “hablaremos del Gobierno”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario