Pensamiento 32. Sobre consejeros y directivos, 8. Quinto
mandamiento. Desarrollarás un liderazgo que ofrezca horizontes amplios y
desafíos exigentes de superación personal, segunda parte, los niveles del liderazgo.
En función del modo
como el directivo trata de conseguir la involucración de sus colaboradores,
desde su libre voluntad, en los objetivos de la empresa, cabe distinguir cuatro
niveles de liderazgo:
1.
El
directivo se impone a base de su estatus jerárquico, exige a sus subordinados y
no da explicaciones. Este directivo no alcanzará grandes resultados, porque su
trabajo en el ámbito de lo social es deficiente: impone su voluntad e ignora la de los demás. En
consecuencia, no consigue que éstos den lo mejor de sí mismos y, además, son
probables los conflictos, que fagocitan una parte importante de le energía que
debiera canalizarse hacia los objetivos de la empresa.
2.
El
directivo se comporta como un buen compañero: informa, trata de “convencer” y de
“motivar” a los empleados. Probablemente evita la aparición de conflictos, pero
tampoco alcanza grandes resultados. Es cierto que no impone su voluntad y que
reconoce -y le importa- la de los otros. Pero no es capaz de lograr que éstos
hagan suyos los objetivos de la empresa y necesita “convencerlos”,
“motivarlos”, o transar con ellos, estableciendo una relación en la que se
asume como natural la existencia de dos partes con intereses contrapuestos.
También es frecuente que “suavice” el cometido que le ha confiado la dirección
y rebaje su nivel de exigencia, llegando a acuerdos de compromiso, con cesiones
por ambas partes.
3.
El
directivo plantea con claridad objetivos exigentes y precisos a sus
colaboradores, les ayuda a alcanzarlos, se ocupa activamente de su desarrollo
personal y profesional, deja que sean ellos quienes logren los éxitos, y lo
reconoce. De ese modo consigue que sus colaboradores hagan suyos libremente los
logros que a él le ha encomendado la empresa, y que impliquen en ellos sus
mejores cualidades. Es un buen nivel de liderazgo, incluso excelente cuando los
directivos son de un nivel intermedio.
4.
El
directivo se sitúa en el ámbito del desafío,
del riesgo, de la superación y de la ambición, que constituyen la esencia de la
empresa cuyo proyecto está orientado al valor:
a.
Define los grandes
desafíos de la empresa y deja que sean sus colaboradores quienes, a partir de
ellos, se planten sus propios retos y objetivos concretos.
b.
Induce -y ayuda- a
sus colaboradores a asumir riesgos y a tomar decisiones difíciles bajo su
propia responsabilidad.
c.
En ese contexto de
ambición y riesgo, inspira confianza, elimina incertidumbres y temores, y
resuelve los conflictos desde la perspectiva de los retos a los que se enfrenta
la empresa.
d. La envergadura de los desafíos propuestos induce a los
colaboradores a desarrollar al máximo todas sus capacidades, a adoptar un nivel
de compromiso muy alto, a alcanzar metas que antes ni siquiera imaginaban, y a
desarrollar su propio liderazgo.
Este último es el nivel de
excelencia en el liderazgo exigible a los responsables máximos de la empresa. Los consejeros y los directivos principales que no
se sitúan en él no están a la altura de lo que la sociedad necesita de ellos
como generadores de riqueza. Y las empresas dirigidas por ellos están
condenadas a la mediocridad.