Pensamiento 40. Sobre consejeros y directivos, 11. Octavo
mandamiento. Gestionarás con la máxima eficiencia el presupuesto salarial de
tu equipo.
Cuando la
responsabilidad que se confía a las personas no está a la altura de las
capacidades de los empleados, nos encontramos ante un despilfarro humano que
devalúa a la persona, como hemos visto en el mandamiento anterior. Pero si al
mismo tiempo, forzados por la presión sindical o social, los directivos acaban
pagando unos salarios que valen más que lo que aportan los empleados con su
trabajo, nos encontramos ante un despilfarro económico que puede alcanzar enormes
dimensiones: la salarial es una de las partidas presupuestarias más importantes
en la mayoría de las empresas y, según investigación propia hecha en 2010,publicada
en numerosos lugares y nunca cuestionada, el valor que la empresa recibía de
sus empleados era entonces, por término medio, sólo un 65 % de lo que pagaba en
concepto de retribución. Es decir que el 35 % de la partida salarial no estaba
justificado.
Una tal falta de
correspondencia entre valor obtenido y coste incurrido es inconcebible en
ningún otro ámbito empresarial, y todo directivo que gestionara sus
presupuestos con tal ineficiencia tendría los días contados en cualquier
empresa. Excepto en la partida salarial, la más importante en la mayoría de
ellas. Es uno de los sinsentidos más flagrantes de nuestras empresas.
Semejante
despilfarro, contrariamente a lo que podría concluir un análisis superficial,
no beneficia a los empleados. Cobrar más de lo que aportan los convierten en
“caros” y por lo tanto en menos valiosos económicamente, lo que hace pender
sobre ellos la amenaza de ser sustituidos por otros más equilibrados en la
relación valor aportado/coste.
El grave problema
que se suscita en este mandamiento es que los directivos conocen con precisión su
coste salarial, pero ignoran qué reciben a cambio: desconocen a) en qué
consiste el valor que obtiene la empresa de cada empleado, b) su magnitud
-imposible medir lo que no se ha definido-, y c) su valor económico. A partir
de allí una gestión digna de ese nombre es imposible. Conocer con datos fiables
qué y cuánto recibe la empresa por una de sus partidas presupuestarias más
importantes, la salarial, es el primer paso hacia la excelencia.
Una vez conocido y
medido el valor recibido, es posible hacer una gestión en sentido estricto de
la partida salarial: plantearse objetivos como por ejemplo conseguir más valor
por el mismo o parecido coste, planificar acciones, medir y controlar
resultados, calcular los riesgos de pérdida o ganancia de valor asociados a
variaciones salariales…
Será excelente el
directivo que logre realizar satisfactoriamente esta gestión. Porque la gestión
eficiente del presupuesto salarial de cada equipo es responsabilidad del
directivo correspondiente, no de RRHH: la misión de éste es de liderazgo para
que sus colegas cumplan con su responsabilidad.
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