miércoles, 10 de febrero de 2016

Pensamiento 40. Sobre consejeros y directivos, 11. Octavo mandamiento. Gestionarás con la máxima eficiencia el presupuesto salarial de tu equipo.
Cuando la responsabilidad que se confía a las personas no está a la altura de las capacidades de los empleados, nos encontramos ante un despilfarro humano que devalúa a la persona, como hemos visto en el mandamiento anterior. Pero si al mismo tiempo, forzados por la presión sindical o social, los directivos acaban pagando unos salarios que valen más que lo que aportan los empleados con su trabajo, nos encontramos ante un despilfarro económico que puede alcanzar enormes dimensiones: la salarial es una de las partidas presupuestarias más importantes en la mayoría de las empresas y, según investigación propia hecha en 2010,publicada en numerosos lugares y nunca cuestionada, el valor que la empresa recibía de sus empleados era entonces, por término medio, sólo un 65 % de lo que pagaba en concepto de retribución. Es decir que el 35 % de la partida salarial no estaba justificado.
Una tal falta de correspondencia entre valor obtenido y coste incurrido es inconcebible en ningún otro ámbito empresarial, y todo directivo que gestionara sus presupuestos con tal ineficiencia tendría los días contados en cualquier empresa. Excepto en la partida salarial, la más importante en la mayoría de ellas. Es uno de los sinsentidos más flagrantes de nuestras empresas.
Semejante despilfarro, contrariamente a lo que podría concluir un análisis superficial, no beneficia a los empleados. Cobrar más de lo que aportan los convierten en “caros” y por lo tanto en menos valiosos económicamente, lo que hace pender sobre ellos la amenaza de ser sustituidos por otros más equilibrados en la relación valor aportado/coste.
El grave problema que se suscita en este mandamiento es que los directivos conocen con precisión su coste salarial, pero ignoran qué reciben a cambio: desconocen a) en qué consiste el valor que obtiene la empresa de cada empleado, b) su magnitud -imposible medir lo que no se ha definido-, y c) su valor económico. A partir de allí una gestión digna de ese nombre es imposible. Conocer con datos fiables qué y cuánto recibe la empresa por una de sus partidas presupuestarias más importantes, la salarial, es el primer paso hacia la excelencia.
Una vez conocido y medido el valor recibido, es posible hacer una gestión en sentido estricto de la partida salarial: plantearse objetivos como por ejemplo conseguir más valor por el mismo o parecido coste, planificar acciones, medir y controlar resultados, calcular los riesgos de pérdida o ganancia de valor asociados a variaciones salariales…

Será excelente el directivo que logre realizar satisfactoriamente esta gestión. Porque la gestión eficiente del presupuesto salarial de cada equipo es responsabilidad del directivo correspondiente, no de RRHH: la misión de éste es de liderazgo para que sus colegas cumplan con su responsabilidad.

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