jueves, 10 de marzo de 2016

Pensamiento 44. Sobre consejeros y directivos, 15. Pequeña síntesis de los diez mandamientos.
Después de la explicación de cada uno de ellos en pensamientos anteriores, recordémoslos en un solo golpe de vista:
1.   Tu objetivo directo no es la cuenta de resultados, sino la creación de una sociedad humana que genere riqueza para sus entornos.
2.   En la búsqueda de la competitividad y de los resultados darás prioridad al numerador (creación) sobre el denominador (coste).
3.   Definirás e implantarás un proyecto de empresa ambicioso y orientado al valor.
4.   Estructurarás un modelo de organización que conozca, reconozca y canalice las mejores aspiraciones, cualidades y energías de las personas.
5.   Desarrollarás un liderazgo que ofrezca horizontes amplios y desafíos exigentes de superación personal.
6.   La comunicación -información, escucha, relación- será tu principal herramienta de trabajo como directivo.
7.   Aprovecharás y desarrollarás el capital humano que poseen tus colaboradores: es el más valioso.
8.   Gestionarás con la máxima eficiencia el presupuesto salarial de tu equipo.
9.   La retribución de cada uno de tus colaboradores será el reflejo fiel de su particular aportación de valor a la empresa.
10. No utilizarás a las personas como recurso ni como excusa.
Los dos primeros son los dos grandes principios que definen la excelencia directiva. Sobre ellos se asientan los demás.
Los mandamientos 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10 son en cierto modo la explicitación de los dos primeros, su concreción en la realidad humana de la empresa.
El tercero es una condición necesaria para que los 4-10 puedan cumplirse de manera satisfactoria y tiene una peculiaridad. Mientras que los otros nueve son de aplicación universal, a todos los directivos sea cual sea si nivel, el tercero es privativo del empresario o del consejo de administración. A él es a quien corresponde definir el proyecto de empresa. Si éste es ambicioso y orientado al valor (recuerda su explicación en el pensamiento 29), los directivos podrán ser excelentes. Si el proyecto es raquítico y no mira más que al beneficio, la excelencia directiva es imposible.
Los directivos -y también los empleados- que aspiran a la excelencia y se encuentran con un proyecto orientado al valor pueden considerarse seres afortunados: tendrán la inmensa oportunidad de “ser alguien” en la empresa, de probar su valía, de hacer realidad muchos de sus mejores sueños.
Por el contrario aquellos que trabajan en una empresa cuyo proyecto es poco ambicioso u orientado al beneficio, se enfrentan a una circunstancia mucho más difícil y sustancialmente tienen cuatro opciones:
-      Intentar influir en el consejo o en el empresario para que plantee un proyecto de empresa ambicioso y orientado al valor. Es una opción difícil, que exige una gran fuerza de carácter y firmes convicciones. Quien opte por ella probablemente acabará siendo un gran líder.
-      Abandonar la empresa. Conlleva un empobrecimiento humano de la empresa y una merma de su capacidad de crear riqueza y beneficios. Con frecuencia es la opción más inteligente y casi siempre la más pragmática.
-      Acomodarse, olvidar sus aspiraciones y transformarse en seres mediocres. Entonces también la empresa se convierte en mediocre y pierde capacidad competitiva.

-      Mantener una disociación mental y afectiva entre sus aspiraciones y las posibilidades que les ofrece la empresa. Quienes opten por ella probablemente se convertirán en amargados por no poder ser lo que desean. Es difícilmente imaginable que este tipo de directivos haga a las empresas especialmente competitivas.

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